Este procedimiento, también conocido como cirugía del mentón, está destinado a modificar el tamaño de este con la consecuente mejora estética del rostro. Este tratamiento puede mejorar uno de los rasgos más importantes de la cara que es la terminación de la mandíbula.
¿A quién va dirigido?
La edad apropiada para someterse a este tipo de intervención varía según el sexo del candidato dada la necesidad de que el cuerpo se haya terminado de formar y desarrollarse adecuadamente. En este sentido, para la mujer rondaría los 14 ó 15 años mientras que para el hombre habría que retrasarse de uno a dos años más. Por este motivo la mentoplastia no estaría recomendada a niños pequeños, en principio. A todo esto, hay que tener en cuenta, en el caso de los menores de edad, las repercusiones que se pudieran derivar de esta intervención en aspectos tales como el psicológico, por la predisposición del paciente a aceptar los cambios estéticos o su posterior adaptación social; cuidados postoperatorios; etc..
La cirugía y sus procedimientos
La mentoplastia está concebida con el objetivo de corregir el mentón. Este cometido se podrá llevar a cabo mediante alguno de los siguientes tres procedimientos bien diferenciados:
1.- Colocación de implante de mentón. Esta técnica consiste en abordar mediante una incisión dentro de la boca (en el surco gingival) o en la parte baja del mentón, para pasar a introducir la prótesis necesaria.
Las prótesis empleadas en este tipo de cirugías plásticas se fabrican con multitud de materiales biocompatibles, como es el caso de la silicona. Además, estos implantes se presentan en multitud de tamaños y formas, de manera que el médico pueda ofrecer la mejor opción a cada uno de los pacientes.
2.- Injerto de grasa en el mentón. Esta técnica, denominada lipoestructura, emplea grasa propia natural logrando así cambios estructurales precisos donde los resultados obtenidos tienen carácter definitivo.
3.- Y por último, el avance del mentón, que siendo una de las intervenciones más recurrentes consiste en la realización de una osteotomía, técnica en la que el hueso de la mandíbula es desplazado hacia adelante quedando como resultado un mentón más prominente.
La cirugía se realizará con anestesia local como norma general, salvo que a criterio del equipo médico fuera recomendable recurrir a una anestesia general, como pudiera ser en el caso en el que la mentoplastia se combinase con alguna otra como, por ejemplo, una rinoplastia.
Cuidados posteriores
El sometimiento a una mentoplastia no suele requerir de unos cuidados postoperatorios que dificulten el regreso a la rutina más allá de las 24 a 48 horas siguientes a la intervención.
Aunque las cirugías plásticas de este tipo prácticamente no presentan dolor, si se diera el caso de alguna molestia esta sería tratada con los analgésicos que fuesen recetados. La zona afectada con toda probabilidad presente una inflamación tras la intervención que puede tender a aumentar localmente durante las primeras horas. Así mismo, también es posible la aparición de esquimosis (manchas moradas en la piel), aunque no deberían preocupar ambos síntomas ya que tenderán a desaparecer con el transcurrir de las horas, es por ello que será recomendable la aplicación de compresas frías e incluso hielo, para acelerar la recuperación.
Para optimizar los resultados en aquellos casos en los que se haya aumentado la proyección de la madíbula con desplazamiento de los dientes será recomendado el uso de ortodoncia.
Resultados
Lo primero que hay que tener presente es que los resultados de una mentoplastia son definitivos y salvo que se realice otra cirugía no será posible revertirlos.
Dada la importancia que tiene el mentón en la estructura facial (así como los pómulos o la nariz) una modificación del mismo con fines estéticos propiciará una mayor armonía en el conjunto de las facciones lo que redundará en una considerable mejoría en la calidad de vida del paciente.