¿Cuáles son las principales causas de la obesidad en niños y adolescentes?
La predisposición genética, los hábitos alimentarios errados y el sedentarismo son los principales, pero la obesidad infanto-juvenil también puede estar relacionada con causas metabólicas o endocrinas (sólo el 10% de los casos). Los estudios poblacionales mostraron que el 80% de los niños de padres obesos se volvieron obesos.
Este número bajó al 40% cuando sólo uno de los padres estaba por encima del peso y el 7% cuando ninguno de los dos tenía problemas de obesidad. Por eso, si hay gordinhos en la familia, cuide desde temprano de la alimentación de su hijo y haga que se ejercite regularmente.
¿Por qué la obesidad infantil es tan atacada? ¿El niño gordito no es una muestra de niño sano?
Esta imagen de «grasa sana» es del tiempo en que la desnutrición era el gran problema de salud pública. En la actualidad, lo que causa preocupación es la alta tasa de obesidad de la población (según datos del Ministerio de Salud, el 32% de la población adulta mayor de 18 años, está con sobrepeso). Entre los niños y adolescentes, este porcentaje ya es del 15%.
Además de causar trastornos psicológicos como ansiedad y depresión (el niño obeso normalmente es discriminado por los colegas), la obesidad acarrea una serie de enfermedades. Además, es en la infancia que el exceso de peso provoca un aumento irreversible del número de células de grasa, que acompañarán al individuo por el resto de la vida.
¿Cuáles son las enfermedades relacionadas con la obesidad infantil?
Las mismas que alcanzan a los adultos, a corto y largo plazo: lesiones ortopédicas y musculares, problemas de piel, acantosis, manchas y estrías, diabetes tipo 2, enfermedades cardiovasculares, hipertensión arterial y apnea del sueño, además de varios tipos de cáncer sanos, útero, ovario, intestino grueso, próstata, colon, endometrio y vesícula biliar).
¿Por qué es importante combatir la obesidad aún en la infancia?
Porque cuanto más tarde, más difícilmente se pierde peso y mayores son las posibilidades de que ese niño se convierta en un adulto obeso, con todos los problemas que la enfermedad acarrea. Los estudios demuestran que la probabilidad de que un niño obeso sea un adulto con sobrepeso es del 40%.
Entre los adolescentes, la probabilidad es del 75%. Y es en esta fase infanto-juvenil que el aumento de células grasas se vuelve irreversible, acompañando al individuo por el resto de su vida. También es más fácil prevenir la obesidad infantil que tratarla, pues sólo el 20% de los niños obesos tendrán resultados positivos con el tratamiento.
¿Cuál es la mejor forma de combatir la obesidad infantil?
Preveniéndola, por medio de la adopción de una alimentación sana y equilibrada y de la práctica regular de ejercicios físicos. Las dietas muy restrictivas son desaconsejables para los niños, ya que su organismo está en crecimiento y la falta de algún nutriente puede afectar su formación. Y más: no sólo el niño, pero toda la familia necesita tener una alimentación y un estilo de vida más sano. El niño necesita ejemplos.
¿Cómo saber si mi hijo está obeso?
Debe acompañar, junto con su pediatra, el proceso de crecimiento del niño, verificando si están dentro de los límites normales de peso y altura. No es porque su hijo ha ganado unos kilitos que es obeso.
Mi hijo de 3 años come vorazmente todo lo que se ofrece. ¿Es motivo de preocupación?
Depende del ritmo de ganancia de peso y de altura. El niño puede comer vorazmente, pero estar con el peso dentro de los límites esperados para su edad y altura. Consulte al pediatra y evalúe al niño con más frecuencia.
¿Un pre-adolescente gordito puede quedar esbelto después de entrar en la pubertad?
Hay grandes posibilidades, dependiendo de cuánto está «gordito». Es normal que el pre-adolescente gane más peso en esa fase, pues su cuerpo se está preparando para el estiramiento de la pubertad, momento en que su altura aumenta muy rápidamente. Pero si durante ese período (el último en que hay grandes cambios corporales) la corrección del peso no sucedió y el adolescente continuó obeso, está más que a la hora de iniciar un tratamiento serio.
Mi hijo está obeso y no quiere oír hablar de dietas. ¿Cómo debo actuar?
En primer lugar, usted debe tener mucha paciencia con él y poco a poco ir explicando, de forma simple y enfocada en el presente, cómo la obesidad puede entorpecer la vida: Es más difícil jugar, tiene que aguantar los apodos malvados de los amiguitos, hay grandes oportunidades de estar enfermo y ahí sí no poder comer un montón de cosas buenas, y así sucesivamente.
Deje claro que una dieta no significa cortar todo lo que más le gusta comer (como dulces, refrescos y salchichas), sino disminuir la cantidad y la frecuencia de estos alimentos. También le puede mostrar cómo puede ser divertido practicar deporte. Pero sobre todo, le doy mucho apoyo y evite reprenderlo en público o durante las comidas. Él no es obeso porque quiere y sí porque, muy posiblemente, tuvo una educación alimentaria equivocada.
Por eso, el apoyo emocional de los padres es fundamental para cambiar los hábitos alimentarios a los que está acostumbrado desde hace años. Si usted quiere que tenga una alimentación sana, también debe dar el ejemplo. Y si uno de los padres o ambos son obesos, hay que tratarlos primero y sólo después comenzar a cuidar al niño.
¿Hay algún remedio para ayudar a mi hijo a adelgazar?
Se deben evitar al máximo y sólo son recomendados por los médicos cuando el riesgo de la obesidad para la salud del niño es muy grande y todos los otros métodos de tratamiento (dieta y ejercicios físicos) han fallado. Insista en la doble dieta y actividad física diaria y controle la alimentación de su hijo.
Hay algunos consejos para ayudarle a controlar: establezca horarios correctos para las comidas (las principales y los bocadillos), evitando las pellizas; disminuya, poco a poco, la cantidad de alimento ofrecido; no deje que coma viendo TV o frente al ordenador; separe la comida en porciones y muestre a él la cantidad ofrecida; enseñarle a masticar bien los alimentos; no prohíbe ningún tipo de alimento, sólo disminuya la porción y los días de consumo.
¿Puedo liberar el consumo de edulcorantes y alimentos diet y light?
No. En relación a los edulcorantes, hasta hoy no se sabe con certeza cuáles son sus efectos a largo plazo en los niños. Lo mejor es disminuir el azúcar y los dulces de la alimentación infantil y fomentar el consumo de frutas al natural. En cuanto a los alimentos light, no deben ser totalmente liberados pues, a pesar de la reducción de calorías, grasas y azúcares, algunos continúan conteniendo calorías.
En el caso de los dulces light, poseen sustancias como ciclamato, sacarina y aspartame, contraindicadas para los niños. Los alimentos salados light son mejores, pues poseen menos grasa que los tradicionales. En cuanto a los productos diet, el cuidado tiene que ser mayor pues, a pesar de tener su composición inicial alterada en algún nutriente, ellos no presentan, necesariamente, reducción calórica. Si usted desea usar estos productos en la dieta de su hijo, pídale orientación al pediatra.
¿Cuáles son las actividades físicas más indicadas para un niño obesa?
Ejercicios de bajo impacto, que no fuerzan las articulaciones: caminatas, natación, hidroginástica, bicicleta y estera son algunos de ellos. Lo ideal es que las actividades sean diarias, indicadas y acompañadas por profesionales especializados, respetando las limitaciones que el exceso de peso trae al cuerpo.
El niño debe evitar, incluso en la clase de educación física de la escuela, participar en carreras, saltar cuerda, hacer polichinelo y agachamiento, ejercicios que fuerzan las articulaciones y los tendones, pudiendo provocar lesiones. Además, su capacidad respiratoria y cardiovascular es más limitada, por lo que no espere resultados iguales a los de los niños con peso normal, nos comenta Clohed cirujanos, especialistas en cirugía bariátrica.
Pero si las actividades indicadas no son las preferidas, pídale que tenga paciencia, pues con el tiempo, ganará más movilidad y entonces podrá elegir otra que la agradezca más. Pero la actividad física no se limita a frecuentar una academia diariamente. Salir para pasear a pie, llevar al perro para dar una vuelta, utilizar menos el ascensor y caminar hasta la banca o hasta la panadería ya es un buen comienzo.
¿Debo cortar la grasa de la alimentación de un niño obesa?
No, pues es fundamental para el crecimiento y el desarrollo del niño. Las grasas son excelentes fuentes de energía y tienen un papel vital en el organismo, actuando en la formación del sistema nervioso, en el mantenimiento de la temperatura del cuerpo y en la producción de las hormonas sexuales. Se encuentran, en su mayoría, en las carnes y los aceites vegetales.
Su importancia es tan grande que la Academia Americana de Pediatría condena la reducción de la grasa en las dietas de los niños. La falta de este nutriente puede causar desnutrición, crecimiento lento y una baja síntesis de proteínas. Si la restricción es perjudicial, el exceso puede causar obesidad y aumentar los riesgos de este niño para desarrollar enfermedades cardiovasculares en la edad adulta.
Por eso, cautela con ese nutriente. Los niños obesos de 1 a 3 años pueden consumir unos 36 g al día; entre 4 y 6 años, la ingestión aumenta a 50 g; de 7 a 10 años, va a 55 g; de 11 a 14 años, salta a 65 g de 15 a 18 años llega a 72 g diarias. Es importante que haya el consumo de los tres tipos de grasa: saturada en menor cantidad (encontrados en alimentos de origen animal como carne, leche, yema de huevo y mantequilla), monoinsaturadas (aguacate, aceite de oliva, nueces y aceite de canola) poliinsaturadas (mayonesa, margarina, pescado y aceites de soja, maíz y girasol).
¿Una dieta rica en fibra ayuda a adelgazar?
Sí, pues por retener líquido, hinchan, dando al mismo tiempo el estómago la sensación de que está lleno. Con eso nos sentimos satisfechos más rápidamente y comimos menos, aumentando los intervalos de las comidas. Pero, a pesar de ayudar, una dieta rica en fibra, sola, no es suficiente para quien quiere perder peso. Y en exceso, las fibras pueden incluso surtir un efecto contrario: dilatan el estómago, aumentando nuestra voluntad de comer.