La cirugía estética y el verano

El verano es el tiempo en que nos quitamos la ropa y descubrimos el cuerpo, y en que el ocio favorece las relaciones sociales de una forma mas estrecha y prolongada: Son las vacaciones, con mucho tiempo libre, muchas actividades al aire libre, mucha más vida nocturna, que generalmente compartimos de una manera más intensa con multitud de persones que después dejaremos de ver o veremos mucho más de tarde en tarde durante los demás meses del año.

Por esas razones, el verano es también el tiempo en que más nos fijamos en nuestro cuerpo, en el que vuelve la conciencia de nuestros defectos y se renuevan los complejos. No es extraño que durante la primavera aumente la demanda de tratamientos estéticos, incluida la cirugía plástica, y que esa demanda se haga a veces con urgencia.

Por contra, la cirugía estética tiene unas normas que se han de seguir para conseguir el mejor resultado. El cirujano no puede nunca perder de vista las limitaciones y ha de saber hacérselas comprender al paciente, sin dejarse llevar por las prisas ni renunciar a su responsabilidad.

Así, ha de explicar que en general la exposición al sol es nociva para la piel operada, que pueden quedar manchas permanentes. Que los plazos de recuperación se han de respetar, que no es recomendable, e incluso puede ser peligroso, hacer una vida normal o un viaje (un viaje de vacaciones, de trayectos largos, paradas frecuentes y manipulación de equipajes) recientemente operado, y que los resultados de cualquier operación no son inmediatos y para que se noten han de pasar unos meses de postoperatorio.

¿Quiere eso decir que no se han de operar en verano? Por descontado que no: Mucha gente aprovecha el verano, precisamente porque su período de vacaciones le da la oportunidad de operarse y recuperarse con tranquilidad, y también porque puede hacerlo de una forma más anónima, sin tener que dar explicaciones. Es la mejor opción para los que tienen un trabajo que no les permite coger quince días de fiesta alternativos.

Las operaciones en verano suelen tener un postoperatorio más tranquilo y relajado. Por una parte por la tranquilidad de disponer de días de recuperación sin urgencias; por otra porque a menudo coincide con las vacaciones de otros componentes de la familia que poden estar mucho más por el paciente o ayudarlo en su entorno (labores de la casa, niños, etc.). Las incomodidades (calor, sobre todo) poden minimizarse con frecuentes duchas (que en la mayoría de les operaciones poden iniciar-se a los dos o tres días) o con el aire acondicionado.

Lógicamente, también tendrán que renunciar a parte de las actividades lúdicas o sociales de aquel verano; dependiendo del tipos de intervención, ese período de reposo será más o menos largo y más o menos estricto, y quizás a los pocos días se podrán bañar o pasear al atardecer, fuera de las horas de sol, o disfrutar de una cena al fresco de la noche. Probablemente no podrán viajar lejos de casa en quince días, y tendrán prohibida cualquier actividad deportiva. Pero en cambio, tendrán el sentimiento de satisfacción de saber que el año próximo lo podrán afrontar sin complejos.