Parece sencillo exteriorizar sentimientos, sin embargo, no lo es. No es fácil poner en movimiento el alma humana porque en ciertos momentos permanecemos acomodados en nosotros mismos.
La soberbia, la envidia o la ira nos nublan la capacidad de ver más allá de nuestro modo de sentir y respirar para poder comprender a otra persona. Por eso, en cierto modo, decir te quiero también produce temor ya que en cierto modo implica hacer frente a la posibilidad de que un sentimiento no sea correspondido. O aunque lo sea, que no obtengas la misma respuesta.
Decir te quiero libera interiormente, sin embargo, las barreras emocionales que nos ponemos nosotros mismos son infinitas. Hasta el punto de que a veces, parece que una pared nos separara de un amigo o un ser querido.
¿Alguna vez te has sentido de este modo? Lo cierto es que en la sociedad actual se hace mucho hincapié en la importancia del conocimiento intelectual, sin embargo, existe un bajo nivel de inteligencia emocional.
Aprender a sentir implica, en último término, disfrutar de la propia humanidad que te envueve y te diferencia del resto de seres del universo creado. Pero además, tener inteligencia, voluntad y sentimientos aporta un nivel de complejidad al ser humano que también puede ser causa de sufrimiento puesto que a veces, el corazón envía un mensaje contradictorio u opuesto al de la razón.